Nuestros alumnos y alumnas de 3° Básico presentaron el cierre de un proyecto ABP (Aprendizaje Basado en Proyectos) denominado “Tugar, Tugar, Salir a Jugar”, con el que recordaron y revivieron los juegos tradicionales de la Época Salitrera.

La iniciativa tuvo como objetivo reconocer el gran poder socializante del juego, valorar la transmisión de tradiciones y valores de la actividad lúdica y su poderosa influencia en la convivencia pacífica y el cuidado del entorno.

Durante el desarrollo de la actividad hubo varias asignaturas involucradas. En el área de Lenguaje y Comunicación los estudiantes abordaron diferentes tipos de texto buscando información sobre los temas del proyecto y los juegos de las salitreras, utilizando fuentes como Internet, enciclopedias, libros y entrevistas a sus padres y abuelos.

En Matemáticas abordaron la temática a través de la lectura e interpretación de datos, generando encuestas y tablas de frecuencia para recoger los intereses que fueron apareciendo a medida que investigaban sobre el proyecto. Estas encuestas fueron aplicadas en el mismo nivel y los estudiantes tabularon los datos, elaborando con ellos gráficos de barras simples y pictogramas que expusieron en sus stands.

En Música aprendieron las canciones de las rondas y las cantaron en coros. Mientras un curso cantaba, el otro jugaba en el patio a las rondas entonadas por sus compañeros. En el área de Tecnología se apoyó a la investigación y los estudiantes construyeron juguetes que se utilizaban en tiempos de las salitreras utilizando materiales de reciclaje.

Este jueves se realizó la actividad de cierre, en la que tanto estudiantes como docentes asistieron personificando a los niños y maestros de esos años, llenando de colores, risas y juegos el patio de nuestro Colegio Bajo Molle.

Al respecto, la profesora de Lenguaje, Paula Acuña, dijo que “estamos frente a momentos de cambios vertiginosos, que afectan, transforman e impactan a nuestra forma de ser, sentir y vivir. En pocas palabras, producen procesos que transmutan nuestra identidad, generando nuevos espacios, realidades y universos de los cuales somos arte y parte. Uno de los derechos de los niños, que quizás no es el más enarbolado como bandera de lucha por ellos mismos, es el derecho a la diversión y el entretenimiento, pero vaya que los niños lo tienen presente. Ocupa sus pensamientos y matiza sus sueños. El derecho a jugar, a explorar, a vivenciar su infancia sin límites terrenales, en un espacio de imaginación colorida, con fragancia a chocolate y golosinas multicolores”.

“Los niños quieren jugar, quieren y deben jugar. Jugar a jugar, jugar a prender y aprender mientras juegan. Basta con recordar nuestra infancia e inmediatamente se agolpan en nuestra mente los pensamientos cálidos de la niñez descalza, atiborrada de gritos, risas y carcajadas. Los recuerdos construyen identidades, las experiencias construyen realidades, y el juego proyecta sueños, anhelos y deseos que no conocen límites. Necesitamos jugar, saber a qué y cómo jugaban los que nos precedieron, los que colonizaron esta tierra para valorar esfuerzos y reflotar gratitudes, saber cómo se vincula el juego con nuestras futuras preferencias y con el desarrollo de habilidades”, señaló.

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